Adelmo Mereslofer se marcha una temporada a la costa de Bedok (Singapur).
Los que le conocen saben los motivos de esta indefinida ausencia.
Al resto, Adelmo les dice que algún día, tarde o temprano, volverá.


Sábado, 9 de marzo de 2013


miércoles, 28 de noviembre de 2012

Veintisiete

Oculto mi vulnerabilidad tras un orgullo despechado con el que pretendo transformar la soledad impuesta en algo que yo mismo he elegido. Así pues, me consuelo con la ilusión de que yo no soy la víctima, sino el instigador de una conspiración. Las montañas de sentimientos enfriados que uno mismo se coloca sobre los hombros son más fáciles de sobrellevar que los destellos de un peligro que invita a la batalla.

1 comentario:

  1. Es sensato sentirse vulnerable, o sentirse en cualquier caso. Sentirse, notarse, darse cuenta de que se es, o de que se está. Ser consciente de uno y de sus vísceras.
    No es sensato hablar de orgullos o despechos. Nada de lo irreal o lo imaginario lo es, sencillamente porque no existe, no es, no está, y hay que plantarse frente a las cosas que no son.
    Pero, ay, luego están la fe, la esperanza y la caridad, virtudes teologales que cuentan Dios nos infundió para ser capaces de actuar al estilo divino y contrarrestar impulsos naturales como el pesimismo y el egoísmo.
    Pero hoy ¿verdad?, casi nadie tiene fe, ni esperanza... ¿y qué decir de la caridad?
    Por eso, elegida o no, impuesta o no, la soledad y el silencio son salidas razonables ante ese acertijo de víctimas e instigadores, que tampoco son tales, porque todo es una ilusión, que como las ópticas, se explica por el ojo que mira o por la miopía del mal mirar.
    En mi mundo no hay nada que resulte fácil de sobrellevar, ni con engaños, ni con eufemismos, ni con entretelas lingüísticas.
    Y no me gustan las batallas, sobre todo cuando forman parte de una guerra que no es la mía.
    Y dentro ya está nevando.

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