Adelmo Mereslofer se marcha una temporada a la costa de Bedok (Singapur).
Los que le conocen saben los motivos de esta indefinida ausencia.
Al resto, Adelmo les dice que algún día, tarde o temprano, volverá.


Sábado, 9 de marzo de 2013


miércoles, 28 de noviembre de 2012

Veintiocho

Nunca se supera una pérdida. O bien se la asume como propia, se la acepta en el fuero interno y se establece con ella una relación cada vez más íntima, o bien la pérdida se queda clavada para siempre, como un hueso de pollo atravesado en la garganta.

14 comentarios:

  1. Mis pérdidas son las de 1971 y 1982, quizás porque las posteriores ya estaban asumidas de antemano. Cosas de la edad.

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    1. Qué raro suena eso de asumir de antemano una pérdida que aún no existe.
      Se me ocurre pensar que las pérdidas no hay que asumirlas nunca ni siquiera estando presentes, pero enseguida me acuerdo de que ya es miércoles y de que haga yo lo que haga el domingo está a la vuelta de la esquina y llegará.

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    2. Uno se va acostumbrando a la muerte de quienes lo anteceden.

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    3. No sé si aspiro a acostumbrarme a la muerte de quienes me anteceden. Me temo que mi fuerte no es el de acostumbrarme a las cosas, y menos a las malas.
      Ahí supongo que oscilaría yo entre el duelo y el trastorno adaptativo.

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    4. No creo que nadie aspire a eso, al menos yo no. Pero el alma (no estamos hablando de neurosis) se va encalleciendo según ante qué cosas.

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    5. Debo tener algún tipo de avería, porque a mí los palos no me hacen más fuerte, sino más consciente de lo débil que soy.
      Voy a hacerle una oda al miedo, la inseguridad, las miserias, la tristeza, la ansiedad y la mala leche, que tienen una mala prensa... Y alguien tiene que defenderlas, qué porras.

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    6. Se llamaba Teresa, vestía de negro con pañuelo a la cabeza y fumaba caldo.

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    7. Y la gente apostando por una mascota. Desde luego...

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    8. La mañana del 1 de diciembre Ulrike Fereslomer amaneció muerta en su alcoba.
      En la víspera, una almohada empapada con sus lágrimas sostenía un rostro irreconocible por el dolor y un montón de pensamientos contradictorios que, presintiendo cerca el fin, hicieron que sus manos redactaran una carta en la que Ulrike expresó su deseo de, tras su muerte, ser introducida en su carruaje y arrojada al mar a la altura de una pequeña playa cercana a su reino.
      Descanse en paz.

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    9. Hay que joderse, sí.

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    10. Anda que menudo mes de diciembre...

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  2. En la peli “My girl” Veda lee un poema que habla de su amigo muerto, Thomas.

    "Querido sauce llorón que siempre estás enlagrimado,
    llorando pareces enojado.
    Quizá es porque te dejó un día
    o porque dijo que quedarse no podía.
    En tu rama se columpiaba,
    ¿y ahora añoras la felicidad que eso te daba?
    Tus hojas regalaban fresca brisa
    y creíste que nunca se apagaría su risa.
    Sauce llorón, escucha el viento,
    te diré algo que calmará tu lamento.
    Quizá pienses que para siempre la muerte se lo llevó,
    pero en tu corazón eternamente se alojó".

    Y justo cuando termina el poema empieza a sonar “My girl”, el tema de The tempations, y se escucha la voz en off de Veda que dice: “últimamente las cosas van un poco mejor. Por fin pude tragar el hueso de pollo, Judy y yo compartimos el mismo pupitre, y el partido republicano acaba de reelegir al señor Nixon”.

    Moraleja: la gente con suerte a veces encuentra lo que ha perdido, incluso un móvil, y los más afortunados hasta consiguen tragarse los huesos de pollo.

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